Ámame maldito CEO - Capítulo 42
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Capítulo 42:
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Gael atrapó a una de las sirvientas y la metió a un cuarto, le cubrió la boca y comenzó a besar su cuello con pasión.
“¿Qué haces, Gael? ¿Quieres que nos descubran?”
Dijo Lola.
“Cállate, escucha, si quieres que nos volvamos muy ricos y podamos pronto estar juntos, mañana tienes que ayudarme”.
La mujer le miró con ojos curiosos.
“¿Qué haré?”
“Ya lo verás, pero haremos que el Señor Hyland caiga en una buena trampa, y que demuestre a todos que no podrá recibir jamás la herencia de Brooke Hyland, entonces, ese dinero irá a las arcas de mi amada”
Sentenció con burla y Lola también rio, mientras se besaban con ardor.
…
Mientras tanto en otro lugar.
Merybeth estaba acostada en la cama.
Pensaba en Joe Carson sobre el puente.
Su mirada…
Sus palabras…
¿Qué era lo que sentía por él?
¿Tenía aún tanto despecho en su corazón?
POV Merybeth:
Soy una mujer que arde en llamas.
Siempre pensé que a pesar de todo lo malo que había en mi vida, encontraría algo bueno.
Tal vez para muchos solo soy una boba, una chica que nada le importa, viajando de aquí y allá, en presa.
Todo el mundo pensando que no tengo un corazón en el pecho, que no tengo un alma, pero eso no es verdad, sufro, y siento, como cualquier mujer de carne y hueso, no puedo creer que Joe me haya fallado.
Tanto años juntos, que me acostumbré a él, creyendo que era como familia, más que un novio, un hermano, una extensión de mí, soñaba, ¡Oh, sí que soñaba! Casarme de blanco, en la iglesia, y que el sacerdote nos hiciera jurar amor hasta la muerte, y no sé exactamente qué pasó, ahora todo cambió, lo bonito se acabó.
¿Dónde estás, Joe?
¿A dónde se fue nuestro amor?
Dejamos que se extinguiera, pero nunca supe cómo pasó, y ahora estamos en esta realidad absurda, donde tú serás el hombre de mi hermana, y yo la mujer del Señor Hyland.
POV Narrador:
Las lágrimas corrieron por su rostro, sintió que temblaba, y escuchó como la puerta se abrió, ella sintió un escalofrío y se quedó quieta.
Se ahogó un sollozo.
Permaneció inmóvil.
Tuvo miedo y de pronto escuchó que alguien entró al cuarto de baño.
Cuando alzó la vista vio la chaqueta de Sean Hyland en el sofá.
‘¿Eh? ¿Acaso dormirá aquí? Pues que se largue al sillón’
Pensó y se recostó en la cama.
Sean Hyland salió el baño con su ropa de dormir, y miró la cama.
La pequeña silueta de Merybeth estaba recostada, a un lado, la cama era lo suficiente grande.
Él se recostó ahí, y ella abrió los ojos al sentir su peso sobre la cama.
Sintió un miedo rotundo.
“¡¿Qué haces?! ¡Duerme en el sofá! Eso hacen los caballeros”.
Sean Hyland se echó a reír.
“No por ser un caballero, quiere decir, que dormiré en un sofá incómodo, además, Merybeth, ya te lo he dicho antes, no te preocupes, no te tocaré, ni te acosaré, no soy esa clase de hombre, y tampoco me gustas como mujer”.
Ella le miró con rabia y luego sonrió.
“Señor Antártida, entienda que sus mentiras no harán que le crezca la nariz, ni tampoco hará que le crezca el p%ne, así que puede dejar de mentir, porque lo único que crece es su imbecilidad”.
Sean la miró con ojos enormes de sorpresa.
“¡Grosera!”
Exclamó enojado, y ella sonrió divertida, alzando las cejas como si se felicitara así misma.
Luego se recostó girándose a un lado.
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