Ámame maldito CEO - Capítulo 355
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Capítulo 355:
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“¿Y si ya no me ama? ¿Y si la perdí para siempre?”
El abuelo tocó su brazo, y sonrió.
“¡¡Imposible! Pero, nunca lo sabrás estando aquí, ve y averígualo, y si acaso te olvidó, vuéIvela a enamorar”.
Sean sonrió y lo abrazó.
“Gracias, abuelo”.
Sean corrió a la mansión.
Luego cargó a la pequeña Agustine, era tan hermosa.
Jane lo observó, sonrió.
“Te ves lindo de papá”.
Sean sonrió.
“Quiero saber dónde está. Merybeth”
Jane le miró con ojos pequeños y dudosos.
“¿Ya no tienes miedo a amar?”
ÉI negó.
“Recuerdo cuando casi pierdo a Orson por mi miedo a amar, no la pierdas, o. nunca lo podrás superar”.
Jane tomó su móvil, abrió el canal de videos, vieron su último video.
“Entonces, va a Rize, y sé por qué va ahí, fui yo quien le habló de ese lugar”.
“¡Es una señal! Es tu última oportunidad”.
“¿Cómo lo sabes?”
“Conozco a Merybeth como la palma de mi mano”, dijo Jane cargando a la bebé.
“Si está grabando en todos los sitios, pero va a ese lugar que nadie va, y es tan remoto, es porque es un mensaje, es tu última oportunidad para ir por ella, si lo dejas pasar, no volverás tenerla, ella sabe que tú irás por ella, o al menos, tiene la esperanza”.
Sean sonrió, y asintió, supo que tenía razón.
…
Edward recibió la llamada de Sean.
ÉI y Lynda se quedarían a cargo del Bufete Hyland Grant y Asociados, hasta que él volviera.
Cuando colgó la-llamada, Edward miró a Lynda, tomó su mano, sus ojos seguros le dieron confianza.
“¿Estás dista?”
Le preguntó directamente.
“Si estás conmigo, sí”.
Respondió sin dudar.
Entraron a la oficina, y Lynda miró a Gael y su abogado.
“Si esta. mujer quiere su libertad, debe pagarme por ella”.
Edward rio de él.
“No te pagará ni un centavo, tú, no eres quien dices ser, tu verdadero nombre es Harry Martz, un delincuente y estafador perteneciente al círculo Golden, eres un criminal, así que, gracias a esto, tu matrimonio está anulado, puedes irte”.
Lynda sonrió. Gael se levantó.
“¡Maldita! Nunca dejaré que seas feliz, lo que me reste de vida…”
“¡Lo que te reste de vida, estarás en la cárcel por tus crímenes!”, exclamó Edward.
La puerta se abrió y la policía entró.
El hombre intentó huir.
Sin poder hacer nada, fue apresado por los policías, y llevado con ellos.
Edward se sentó al lado de Lynda.
“¡Amo los finales felices!”
Ella lo miró.
“¡Gracias!”
“¿Gracias? No, me debes un beso como pago”.
Ella le miró asombrada.
Luego se acercó a él, lentamente.
De pronto, sus labios besaron los suyos.
ÉI la acercó más y ella acarició su rostro, haciéndolo sentir amado por primera vez.
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