Ámame maldito CEO - Capítulo 332
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Capítulo 332:
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POV Sean:
El Abuelo Metín solía decir que el destino tenía un idioma secreto.
Cuando el destino habla, la gente calla.
El destino siempre habló mal, siempre nos tocó callar.
Viejo Metín, ojalá estuvieras aquí.
¿Qué me dirías ahora?
Me dirías, ¡Oh, Sean sé feliz! Corre al Puente de Firtina, cumple tu promesa, sé feliz por mí, sé feliz por Joe, sé feliz por los que no pudieran, ¡Larga vida a las montañas y al sol que te vieron renacer!
¡Oh, viejo, si pudiera irme sin mirar atrás! Lo haría, pero cuando lo haya hecho, dios es mi testigo, mi mente siempre vendrá aquí.
El amor lo puede todo, pero no puede nada.
No, el amor nunca se acaba, solo se transforma.
¿Qué debo hacer?
¡Merybeth! Te amo tanto, eres como mi luna y mi sol, mi oxígeno, eres mi luz, pero… ¿Debo dejarlo morir solo?
No puedo ir a su lado, cuando sé qué piensa en ti, y fingir que nada pasa, ¡No podría ser un hipócrita más en esta tierra!
¿Cómo miraré sus ojos, cuando sé que te ama, y yo puedo besar tus labios y él no?
¡Oh, maldita sea!
Nunca pensé llegar hasta aquí.
POV Narrador:
La lluvia cayó empapando su cuerpo.
Sean lloraba, pero nadie podía notarlo.
Sus lágrimas se disfrazaban de las gotas de lluvia.
…
Sean llegó a casa, varias horas después.
Cuando llegó, Merybeth sintió su cuerpo sentarse a un lado de la cama, sintió sus manos sobre su piel.
Ella abrió los ojos, y miró el reloj.
Era casi la madrugada.
Se enderezó, tallando sus ojos con duda.
“Sean, ¿Por qué llegaste a esta hora? ¿Qué ha pasado? ¿Estás ebrio?”
Sean se veía mal.
Su rostro estaba enrojecido, y sonreía burlón, medio tonto, ella tocó su mejilla, sintió su piel helada, tocó su ropa.
“¡Estás empapado! ¿Qué ha pasado?”
Se levantó tan rápido como pudo, se acercó a él, y Sean hundió la mirada.
“No me preguntes”.
“¿Quedaron libre?”
“No… la maldita Regina, ahora está presa, lo estará por años, y Arabella también, también el imbécil de Matthew, toda su maldad ha acabado, ya todo está bien, no te angusties, nunca más volverán a hacer de nuestras vidas un infierno”.
Merybeth sonrió.
“Entonces, amor, ¿Por qué te ves tan triste?”
“¿Triste? No, ¡Qué va! Estoy feliz, fui a celebrar”.
“¿Sin mí? ¡Egoísta! Yo también quería celebrar”.
Sean sonrió, pero su sonrisa fue amarga.
“Celebrarás, ya verás, todo lo bueno vendrá, eres muy joven, y eres hermosa, ¿Sabes? Tenías razón”.
Merybeth frunció el ceño.
Estaba confusa.
“¿De qué hablas?”
“Ese día, dijiste: Estás ciego. Esa es la verdad, porque en la vida, jamás podrías conocer a alguien tan hermosa y simpática como yo”
Sean alzó la vista, sus ojos estaban nublados, luchaba por estar tranquilo.
“Bueno, tenías toda la razón, sí, eres la más hermosa y simpática mujer que conocí en toda mi vida, en cualquier lugar del mundo, será así, tú serás la más hermosa”.
ÉI tomó su mano y ella sonrió.
“Tú eres la única dueña de mi corazón”.
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