Sinopsis
El arrepentimiento de mi exesposo.
ESTADO DE LA NOVELA: EN PUBLICACION
CAPÌTULOS PUBLICADOS: 400+ CAPITULOS
El arrepentimiento de mi exesposo – Inicio
«Hmm…», murmuró Sadie Hudson en voz baja, abriendo los ojos somnolientos y encontrándose con la intensa mirada de otra persona.
Su marido, Noah Wall, había regresado en silencio, y su presencia se delataba sutilmente por el ligero olor a alcohol.
Selló su reencuentro con un beso que era inflexible en su dominio, obligándola a aceptar a regañadientes.
Una ola de inquietud recorrió el pecho de Sadie y, por reflejo, intentó retirarse.
«Quédate quieta», rugió Noah con voz profunda y seductora, teñida de un encanto irresistible.
Por un momento, el cuerpo de Sadie se tensó, atrapado en una lucha entre la resistencia y la sumisión.
Hoy era un día importante, era su segundo aniversario, y ella estaba decidida a no estropear el ambiente festivo.
Con un suspiro, cerró los ojos y se dejó fundir en su abrazo.
El aroma intenso de su colonia enmascaraba el alcohol, envolviéndola y atravesándole el corazón con su potente encanto.
Los ojos de Noah se oscurecieron de deseo al verla rendirse, y sus acciones se volvieron más atrevidas y menos comedidas.
Justo cuando Sadie estaba a punto de recuperar la compostura, jadeó suavemente, con una súplica teñida de tierna fragilidad. —Por favor, no seas tan duro…
No pudo terminar de revelarle que estaba embarazada. El agudo sonido de un teléfono rompió la densa tensión, interrumpiendo abruptamente el momento íntimo entre ellos.
Los ojos de Noah, aún ardientes de deseo, parpadearon al ver quién llamaba.
Se levantó y comenzó a vestirse, sin que sus movimientos delataran el fervor que lo había envuelto momentos antes.
—¿Te vas? —preguntó Sadie, con la voz teñida de una mezcla de confusión y preocupación, mientras se aferraba a su camisón.
—Sí —respondió Noah, con tono despreocupado y desdeñoso, como si quisiera evitar más preguntas.
—Pero…
—Vuelve a dormir —interrumpió él con suavidad, con voz suave pero distante. Se inclinó hacia delante y le acarició brevemente la frente con un gesto fugaz y tierno.
Sin mirar atrás, salió de la habitación.
Sadie se quedó mirando la puerta vacía, con el corazón hundiéndose lentamente. Se convenció de que debía de ser una emergencia en el trabajo.
Era fundamental comprenderlo; cualquier muestra de descontento podría alejarlo aún más.
Después de todo, llevaba más de una década enamorada de Noah y convertirse en su esposa era un sueño hecho realidad. No podía esperar más.
Con un suspiro, Sadie se refrescó rápidamente y volvió a la cama, con la mano descansando suavemente sobre su vientre y una sonrisa esperanzada en los labios.
—Cariño, papá no quería dejarnos solos. Por favor, no le guardes rencor, ¿vale?
Apenas pronunció estas palabras, su teléfono vibró con una alerta de noticias inesperada, que la sobresaltó.
«El director general de Wall Group, visto en el aeropuerto a altas horas de la noche, supuestamente recogiendo a una misteriosa novia».
La foto que acompañaba al titular mostraba a Noah en la entrada de la terminal privada del aeropuerto, vestido con un traje negro. Se mantenía erguido, con una postura impecable, irradiando un aura de autoridad innegable. Sus ojos transmitían una dulzura, una ternura que Sadie nunca había observado antes.
La conmoción se apoderó del rostro de Sadie mientras su corazón latía con fuerza en su pecho, y la aguda sensación casi le cortó la respiración.
Le costó un considerable esfuerzo recuperar la compostura. Aferrándose a un hilo de esperanza, hizo clic en el artículo con los dedos temblorosos.
Tal y como temía, una cara familiar llenó la pantalla: Kyla Wade. La mujer que Noah parecía incapaz de olvidar había vuelto evidentemente a su vida.
Un escalofrío recorrió a Sadie, y una profunda tristeza se apoderó de su corazón.
Apretó los dientes, reprimiendo con fuerza los gritos.
El recuerdo de cómo había comenzado su matrimonio era demasiado doloroso para revivirlo. Dos años antes, justo cuando Kyla y Noah estaban planeando su futuro juntos, Kyla había desaparecido sin dejar rastro.
En ese momento crítico, con Noah a punto de asegurarse el puesto de presidente del consejo de administración y con una necesidad imperiosa de una esposa dócil, Sadie, conocida por su devoción inquebrantable hacia él y procedente de una familia en decadencia, se había convertido en la candidata ideal.
Durante los últimos dos años, Sadie había sido una esposa dócil, envuelta en un sentimiento de indignidad, como si la felicidad que experimentaba no fuera realmente para ella.
Esa ilusión se hizo añicos ayer, cuando descubrió que estaba embarazada.
Siempre habían sido muy cuidadosos para evitar un embarazo, excepto aquella noche del mes pasado. Noah había llegado a casa tambaleándose, apestando a alcohol después de una cena de negocios, y en su borrachera, se habían dejado llevar por la pasión.
Ese lapsus fugaz había culminado ahora en su embarazo.
Ahora, Sadie estaba atormentada por la incertidumbre de cómo darle la noticia a Noah.
Temía que Noah le exigiera que abortara.
En el fondo, sabía que no era la mujer que él amaba.
Cuando Sadie todavía estaba sumida en un torbellino de pensamientos angustiosos, su ensimismamiento se vio interrumpido por la voz de Noah, que resonaba desde el estudio.
¿Ya había llegado a casa?
Se levantó, se echó un abrigo ligero sobre los hombros y se dirigió al estudio.
Justo cuando se acercaba a la puerta, le llegó el tono juguetón de Alex Howe, el amigo de Noah. —¿De verdad te has pasado toda la noche con Kyla?
Sadie sintió que se le encogía el corazón.
Así que era cierto. Noah había pasado la noche con Kyla.
—Mm-hmm —respondió Noah, con voz vacía de cualquier emoción discernible.
—¿Qué opinas de Sadie, entonces? Después de dos años como marido y mujer, no puedes decir que no significa nada para ti, ¿verdad? —La voz de Alex se suavizó con preocupación—. Es realmente extraordinaria, ¿sabes? Si no ves su valor, alguien más lo hará, y te quedarás con nada más que remordimientos.
—Solo siento una leve punzada de culpa —replicó Noah, con voz fría y distante, como si estuviera hablando de algo trivial—. Si te gusta tanto, quizá debería hacer de casamentero. Pero, en serio, ¿no deberías volver al trabajo? Vete ya.
¿Culpa? ¿Era eso lo único que Noah sentía por ella? Cuando Sadie se dio cuenta de ello, una lágrima solitaria recorrió su mejilla en silencio. Su mano se apartó del pomo de la puerta, temblando.
Era dolorosamente evidente: él nunca la había amado de verdad.
En lo más profundo del corazón de Noah, ella no era más que una insignificante nimiedad que podía entregar fácilmente a otra.
Un escalofrío de desolación la recorrió.
Con un rápido giro, Sadie se precipitó al refugio del jardín, con el corazón latiéndole con fuerza.
Allí se acurrucó, escondiendo el rostro entre las rodillas, con las lágrimas distorsionando el mundo que la rodeaba.
Los recuerdos la inundaron: el día en que conoció a Noah, hacía diez años. Él era el encarnación del encanto y la vitalidad, nacido en el privilegio, capaz de robar sin esfuerzo el corazón de todas las chicas del colegio.
Y Sadie, vulnerable tras la caída de su familia, era presa fácil del ridículo.
Fue Noah quien intervino como un guardián, con palabras que eran como escudos, ordenando a los demás que se retiraran.
En esos momentos, él había sido su salvador, su ángel.
– Continua en El arrepentimiento de mi exesposo capítulo 1 –